Te rodeas de segundos disecados.
Con uñas que se quiebran y no duelen.
La vida, en esta pared, se me reduce a formatos.
Reinarás sobre una multitud de invisibles.
Sujeta con fuerza la corona sobre tu gran cabeza hueca.
Cae satinado el orgullo, sobre la estructura del miedo.
A los muertos no se les puede guardar.
¿verdad?
Recuerdo tu ausencia
casi tan bien como tu rostro.