22 de junio de 2010

hombres.hombros.

ese disparo
no sólo te atravesó
a ti


podría haberte
querido tanto
y sin más
egoístamente
hablo
si digo que me dejaste
con el sentimiento
enzarzándome el pecho
puntiagudo
buscándote cada día
en estos dos putos ojos
jurando vengaza
inventándome recuerdos
para no olvidar


ese disparo
nos atravesó
a los dos



me quedan sombras
interrogándose
y estoy harta de buscarte
de no tener derecho
a querer conservar
una puta palabra
como es
papá.

egoista, sí
soy una jodida egoista
que te echa de menos
casi desconocido
tanto tú
como yo contigo

19 de junio de 2010

.cuerpo

cuerpo
cuer(p)o
cu(e)r(p)o

corazón

quiero explotar
tenerte
destrozarte y rehacerte
quiero que me necesites
sin yo necesitarte
y disfrutar de tu gesto
ridículamente
excitante
mientras tiemblas
sobre mi cuerpo
deslizándote
saliendo, entrando
quedándote.

esto roza
lo enfermizo
como todo
lo que creo
y me rodea
son órbitas
destilería
emocional


¿me sientes?
¿te gusta?

te gusta.

18 de junio de 2010

.garganta

qué esconden las gargantas
donde duermen los besos
donde anida la rabia
donde más arriba
justo en la boca
se nos escapan los disfraces


y qué esconderán las gargantas
dime con la boca cerrada
apretada contra la mía
¿qué será
lo que esconden las gargantas?


y nos separamos haciendo ruido
casi como en un estallido

13 de junio de 2010

(ELLA) en su ciuda.d (sin él)

El hedor a podredumbre emocional residía entre esas cuatro paredes.
Deboraba sus cuatro extremidades.
Enmarcaba sus antebrazos sobre un fondo blanco. Reseguía cada cicatriz con la mirada.
Se pintaba con bolígrafo rojo. Se encogía sobre la cama.
Se enquista la rabia en la garganta, enrojeciéndole los ojos.
Inmóvil, sin parpadear. Fija la vista al techo, invisible a su percepción. Cristo caído sobre el edredón.
Lo recuerda, respirar junto a su oído. Aliento cálido, contaminado.
Su cuerpo, de dimensión indefinida, encajado sobre el suyo. Sin ser ninguno nada del otro, dos satélites sin rumbo, dueños sólo de un segundo.
Segundo que dedicarían al otro. Comiéndose los ojos, cosiéndose las bocas.

Chocándose
cuerpo frío
contra cuerpo frío
como dos placas
metálicas
queriéndose fundir.

retorcida como una rata
carroñeros
sobrevolándose uno sobre otro
aguardando, ansiosos
salivando desde lejos
salivando desde dentro. hacia dentro. humedeciéndose. abriéndose paso hasta llegar a cualquier otro lado. tan dentro y tan lejos.
acción reacción. el poder de provocar en ella, el gesto torcido. la mueca, el rostro contraído.
El cuerpo tenso, encarcelando el suyo. Y él, revolviéndose dentro. Tan dentro
y tan lejos.
Ella no le mira. Él, ya no la encuentra.
entre.lazados




.

11 de junio de 2010

(ÉL) en su ciuda.d (sin ella)

Aspiraba, la densidad del humo. Sólo comparable con la densidad del pensamiento que, corrosivo, le arrastraba a la cama.
Cama, pequeña gran isla, rodeado del oleaje bravo embistiéndole con furia. La espuma, el sudor.
Aspiraba de nuevo. Flotaba en medio del gran azul, solo.
Quería besar, besarse, notarse cerca y dentro. Sentir el calor, el sudor, el hambre, el cabello de ella sobre su vientre.
Aspira, respira, reparte o comparte. No eran ni sus manos, ni sus brazos agarrándola con fuerza. La habitación se redondea, perdiéndose las esquinas. Los contrastes. No existen las partes y ahora es uno solo, queriendo rascar el recuerdo. El cuerpo, arqueado, sobre el suyo. Elétrico.
Arañó dentro hasta hacerse sangre. Se lamió los dedos.
Aspira, suspira, ventosas sus cuerpos.
Cerebro inservible cabalgando sobre caballos (cuerpos) desintonizados. ¿Quieres moverte?
Se metía dentro. Queriéndola descubrir. Explotar. Deshacerse dentro suyo.
El aliento, el párpado contraído sobre un rostro desencajado. El silencio fuera.
El silencio ensordeciéndolos, aún ahí fuera.
Navegaba dentro de sí mismo, sin dejar de recordarla.
Seguía sangrando. De fuera, hacia dentro; sí. Lamiendo, tragando.

La sensibilidad mutó. El contacto era, prácticamente doloroso.
Se doblegó sobre la cama. Estalló la memoria.
Estalló entre las olas. Uniéndose a la liquidez de la habitación.

Caliente. Viscoso. Exhausto.
Así murió la noche, otra vez más
solo.

10 de junio de 2010

(ELLA) en la ciudad.

La soledad es un sentimiento lícito si habitas en una ciudad.
-¿Fumas?.
- Sí.
Cogió el paquete de tabaco y se lo ofreció. Ella hizo un gesto con la mano rechazando la cajetilla.
- No, gracias. Sólo fumo cuando dibujo o después de follar. Ahora mismo no me encuentro en ninguna de las dos situaciones.
- Porque tú no quieres - dijo el joven, recostándose sobre el respaldo de la silla de mimbre, dibujando media sonrisa escondida bajo la sombra de su mal afeitado.
- Exacto - añadió ella - porque yo no quiero. - recalcó esa, su primera persona, colocándola así en una burbuja de cristal impenetrable que la protegería de futuras indeseables proposiciones.
Cruzó las piernas como quién cierra un libro de un golpe seco. Se retorció un mechón de pelo, sin ánimo de coqueteo; sólo copiaba de forma inconsciente costumbres que había visto en otras personas.
Desde la terraza donde se encontraban podía distinguir la circulación de los coches y no sólo el alboroto que éstos generaban. Un coche azul, uno plateado, uno verde oscuro, otro rojo …
Realizaban una especie de baile estúpido: circulaban todos en hilera, adelantándose unos a otros, para acabar frenando juntos al toparse con el semáforo en rojo.
La ciudad se le antoja como escenario de funciones grotescas y antiestéticas.
Miró entonces al chico que tenía delante, también absorto por el nudo acústico en el que se veían rodeados; excéntrico, fumador, ojos verdes, camiseta naranja.
Miró el reloj: las 14:33.
Descruzó las piernas entreabriéndolas un poco. Llevaba una falda de lino blanco que estiró sobre sus muslos de un arrebato, llamando así la atención de su compañero de mesa.
- Tengo hambre - dijo ella - ¿te parece que vayamos a comer algo?.
- Pensé que entrabas a currar en una hora.
-Te mentí.
El chico sonrió de nuevo.
- Vaya, en ese caso lo justo sería que yo escogiera el lugar.
- Acepto la condición - suspiró la chica.
- Vamos a mi casa - golpeó la mesa con el mechero anunciando el final de la conversación.


[...]

(ÉL) en la ciudad.

Es difícil definir una ciudad.
Proyectaba sus sentimientos en cada una de sus calles. Le parecía estar paseando por barrios entrañables si le iban bien las cosas.
Otras veces, sin embargo, salía a tomar el aire y sólo le parecía distinguir grises y verdes horribles. Un paisaje plano, para nada atractivo. Gente sucia, gente triste. Gente pobre, gente sola, gente peligrosa. Gente sin expresión. Gente.
Es difícil definir a una ciudad sin definirse a uno mismo.
Cuando las cosas van bien, la masificación no le molesta. Sigue viendo gente, no tiene necesidad de buscar personas.
Proyectar. Había salido en busca de él mismo varias veces, aún sin saberlo. No nació en esa ciudad. No creció entre esas calles. Tenía gran parte de su vida empaquetada en 2 maletas. Dormía en albergues, en habitaciones alquiladas de pisos de mala muerte; alguna vez llegó a dormir en la calle. Para ese entonces la ciudad era insegura. Triste; fea. Acabó haciéndose con un pequeño estudio, cerca del centro. Un colchón y alguna cosa más que recogió de la calle eran todo su mobiliario. Aún así la ciudad seguía siendo fría. Se llevaba chicas a casa, les acariciaba el pelo. Le gustaba cogerlas por detrás y olerles la nuca.

[...]

9 de junio de 2010

Ganamos los dos.







.fin de la primera parte

6 de junio de 2010

extrasistolia en el alma

fóllame desde la cabeza
hasta el corazón.



fóllame
hasta el corazón.

4 de junio de 2010

desierta

quemarme
de fuera hacia dentro
emana la sangre
de fuera
hacia dentro
ahogándoseme
cada recuerdo
hasta reducirlo
soplándolo suavemente
verlo
desaparecer
y contar de nuevo