31 de enero de 2008

Monólogo.

Empiezo.

Al principio es difícil. Si hubiera sabido lo vitales que eran los días en aquella época, los habría cuidado más. Crecer deprisa, para qué. Ahora a duras penas recuerdo lo más importante.
Quizás mis raíces no sean esas. Puede que naciera arriba, entre las ramas.
Siempre me ha gustado, o, seamos francos; siempre he preferido vivir las cosas a cierta distancia. Eso me produce seguridad. Mi miedo a ser herida es algo inmensurable. No tanto por el dolor, sino por el orgullo. El auto castigo. El autoexilio. Es un acto cobarde; lo sé. Nunca he sido muy sincera en ámbitos que realmente me afecten o estén relacionados con mi persona. En temas afectivos me reservo muy mucho mis sentimientos. Hace un par de días caí en la cuenta de que hace muchísimo tiempo que no digo “te quiero” a alguien. Y son muchas las veces en las que aún sintiéndolo, no lo digo. Las palabras me dan miedo. Los sonidos. Son tan reales. Es como un muro infranqueable, un ejército de clavos atornillando el momento en tu mente. Me cuesta tantísimo hacer uso de las palabras que a veces desearía que no existieran. ¿Cuál es el puto problema? ¿Porqué me cuesta tanto escuchar o hablar? Si en el fondo es lo que más necesito.
Es negar lo que se me ha negado, o negar de lo que abusaron. El caso es negar, negarme.
El caso es darle vueltas y más vueltas.
El caso es no ser capaz de decir de una puta vez la verdad.

Acabo.

24 de enero de 2008

Lati2.

Sucede que regresa
como un boomerang
el peso sobre cada párpado
y alcanzo a oír, entre el aire denso
notas entrelazándose alrededor de mi entereza
desmenuzándola
hasta reducirla a 125 cm de temblorosa estatura
haciendo pucheros en un rincón.
Sucede que te echo horrores de menos;
gran nada.
Nada que sin nombre, ni forma
analfabeto cromático
la invisibilidad que encierra tu nombre
es la que ahonda dentro
esperando tu segunda parte.

Con los brazos bien abiertos,
y el corazón bombeante.
Percibo su latido
entre el aire, denso.

[Leaving Hope - Nine inch nails]

17 de enero de 2008

Constelación II

[...]

La dualidad; dos cierres, encajados y soldados. Sentían como afiladas denteras mordían el aire que les separaba. En ocasiones hablaban, pero nunca se dieron información personal. La mayor parte del tiempo ella brillaba intensa y bien alta, bella, parpadeante sobre el paisaje cutáneo que soportaba su peso. La luz que generaba su unión viajaba a través de sus puntos de contacto, alimentando las ganas y el instante, prensando el espacio para capturar partículas de tiempo. Ella se reflejaba en él y éste a su vez le devolvía el reflejo aumentando de ese modo el resplandor. Una tarea bi direccional, un equipo, un ciclo. Un ritual adictivo. Era tan lógica su unión como lo era su individualidad. Eran una circunstancia y no existía la posibilidad de aventurarse a explorar otros niveles. La oscuridad les atormentaba en solitario, como dos bombillas apagadas. De una absurdez nostálgica, una existencia sin-sentido. No hablaron jamás de sus tenues pensamientos. Se abandonaban al tacto y al fulgor. Drogados, agotados, asfixiados. Y como una estrella que se apaga, que se une al cementerio sideral, sigue engañando al que la percibe, presumiendo con su más potente centelleo hasta que el tiempo ejerce justicia.
Apagada, agazapada en posición fetal a espaldas de su satélite adormecido. Despertó algo mareada, incorporándose con dificultad.

[...]


[Gorecki - Lamb]

Constelación.

Él nacía y moría una infinidad de veces desde que empezó a existir. Su cíclica vida era una especie de carretera con doble dirección. Podía distinguir su futuro yo: su silueta, inconfundible sobre el asfalto, acercándose a una velocidad de vértigo, trayendo consigo recuerdos futuros, cruzándose en su camino, en su próxima muerte. Espíritu y alma no se distinguen dentro de una mente cambiante.
Se vio sobre su cama, la habitación daba vueltas. Le era desconocida, pero no se extrañó. Era un hecho que se repetía con bastante frecuencia. Le gustaba vivir en su pequeño mundo mutante.
Las paredes resbalaron, descubriendo nuevas paredes. La cama empezó a gotear. Notó como la espalda se mojaba, produciéndole escalofríos. Abrió los brazos convirtiéndose en una T humana. Un cristo sobre el mar que encerraba su pequeño cubículo. Alzó su pecho y respiró hondo. Las paredes de la habitación ya serpenteaban por el suelo y la cama ondeaba; chocaba furiosa contra las nuevas esquinas que se levantaban, vanidosas, cada vez más altas.
Sudaba. Un sudor de color rojo, oscuro, casi granate. Se pasó la mano por la frente. Chupó sus dedos en un gesto casi obsceno.
Flotaba sobre un mar de sábanas y cerámica. Su respiración era profunda y quejosa. Atrapaba el aire en grandes bocanadas.
La atmósfera era amarronada, sucia. Las ventanas estaban cerradas, no entraba ni una gota de luz virgen. Se reciclaba la vida dentro de aquella habitación.
Arqueó su robusto cuerpo sobre la cama ya flotante, invisible. Era como un embrión entre líquido amniótico. Su corazón latía fuera de su pecho. Lo vio colgando del techo, muy muy lejano. Rojo y brillante, contrayéndose con fuerza para explotar de nuevo en un riego sanguíneo que salpicaba los límites del lugar. Se acarició el tórax, queriendo notar la ausencia de su órgano y acabó encontrándose con otro par de manos. Se apoyaban pesadas sobre él, agarrándose a la piel, arañándola. Una descarga eléctrica le recorrió de pies a cabeza, atrayéndolo un poco más hacia este nuevo universo. Arremetió contra la puerta de un golpe, sin saber muy bien dónde se dirigía. Estaba atrapado. Notó sus caderas inmovilizadas, un peso sobre su persona vacía y temblorosa le impedía reaccionar. Flotaba. Aquellas manos amenazaban con herirle elegantemente; notó la carne abierta, llorosa, vomitando, y una enorme paz abriéndose camino entre ella. Se confundió el hedor con los colores, el sudor, las manos, la presa; se centrifugó el tiempo, embistiéndolo ininterrumpidamente. Sintió un calambre en el cuerpo que le sostenía en este mundo. En un acto reflejo por sobrevivir se aferró al presente, una curva suave y cálida sobre su cuerpo, deslizándose sobre él con gran euforia. Era parte de una maquinaria perfecta, el engranaje; la electricidad nacía de aquella fricción. Se posaba dentro de ella; haciéndola luz sobre un astro inactivo, una roca, una piedra gigante circulando sin rumbo por esta líquida habitación. Ella sobre él, atrapándolo con fuerza, absorbiendo su energía, anulándolo.
La vio, por un segundo le pareció estar viviendo en ese cuerpo resplandeciente y verse a él, inmóvil, sumiso, mirándola a ella, a sí mismo, al espejo.
Una nueva descarga lo devolvió de un golpe a su cuerpo, exhausto. El organismo luminoso se desplomó sobre el suyo. No pudo distinguir su accelerado latido del de ella. Permanecieron quietos durante unos minutos; el tiempo necesario para que la habitación volviera a materializarse. Una fina cáscara les cubrió, convirtiéndolos en fruto inseparable, dándoles sabor. La luz que ella desprendía menguó, para alimentar a los dos. Una gestación con fin prematuro.



[100th Window - Massive Attack]

16 de enero de 2008

Traspaso espaciotemporal.

No soy yo.
Te juro que esa no soy yo.

¿Adonde me llevas?

13 de enero de 2008

Hide and Seek.

Mi cuerpo, como molde vacío
se me antojan menos importantes mis-importancias.
Yo de frambuesa, vainilla o limón
para convertirse en el fulminante trago de agua.
Ínfima es la distancia que nos separa;
ridícula e invisible.
Creo perder mi identidad
si dejan de ser ciertas cosas
las que me identifican.
Y este trance
entre vacío, blanco, borroso, espeso
espera
plácida incertidumbre
de las que se posan sobre la piel
como una película lumínica
abrazando una de mis curvas.

[Coldplay - The Scientist]

10 de enero de 2008

Souvenirs d'un autre monde.

Quieres que deje de buscar
para llamarlo casualidad.
¿Verdad?

Quieres que me contamine de preguntas;
huésped de mis emociones
una relación parasitaria
quiste, tumor en el alma.

Y aún así, criatura,
quieres que deje de buscar
quieres que deje de inventarte
para hacerte llamar casualidad.
¿Verdad?

Tengo infinidad de células
queriéndote.

Y puede que me vuelva loca
que hoy es un día
en el que todo me huele a aquél olvidado
que guardas tan dentro.
Y puede que me trastorne la falta
que me arañe y empuje desde dentro
como un parto
elevándolo todo hasta los ojos y
retro alimentarme
y todo sigue oliendo a un abrazo cálido
entre las mangas de un jersey
y un beso en la sien:
ese disparo justo aquí
en el centro de mi sistema
que gira alrededor del tuyo.
Y aún me quedan palabras.


[Souvenirs d'un autre monde - Alcest]

7 de enero de 2008

Terceras personas.

Recuerdo cómo focalizaba mi atención en ti.
Mi torpe concentración caminaba de puntillas sobre tu reflejo
en mi memoria.
Dejaste de ser individual, para ser repetición.
Tu persona hecha prisma.
Perdí de vista tu inicial
tu esencia
tus formas, imperfectas sobre mi sed artística
tus gestos, cada vez más escasos
y vi en otros
lo que olvidé en ti.

Tus formas
perfectas.




3 de enero de 2008

Éxodo.

Nació vértigo
la censura de la segunda oportunidad
con él decrece el tiempo
convirtiéndose en eterno último segundo
en eterna indecisión
en eterna opresión
en emoción hermética
en sentimiento coagulado
en vómito
vómito
vómito
corte y ver
como se dividen en dos
dolor y emoción
ofreciéndote el alivio
de una breve tregua.

Con raíces blancas
envueltas de polvo
y ni el más denso de tus soplidos
de los que llamas poderosos
me quita esta pesadez
que ahonda dentro
que ahonda
y roe aquella
mi empolvada raíz blanca.

Raíz que se abre camino
entre la carne.