17 de enero de 2008

Constelación II

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La dualidad; dos cierres, encajados y soldados. Sentían como afiladas denteras mordían el aire que les separaba. En ocasiones hablaban, pero nunca se dieron información personal. La mayor parte del tiempo ella brillaba intensa y bien alta, bella, parpadeante sobre el paisaje cutáneo que soportaba su peso. La luz que generaba su unión viajaba a través de sus puntos de contacto, alimentando las ganas y el instante, prensando el espacio para capturar partículas de tiempo. Ella se reflejaba en él y éste a su vez le devolvía el reflejo aumentando de ese modo el resplandor. Una tarea bi direccional, un equipo, un ciclo. Un ritual adictivo. Era tan lógica su unión como lo era su individualidad. Eran una circunstancia y no existía la posibilidad de aventurarse a explorar otros niveles. La oscuridad les atormentaba en solitario, como dos bombillas apagadas. De una absurdez nostálgica, una existencia sin-sentido. No hablaron jamás de sus tenues pensamientos. Se abandonaban al tacto y al fulgor. Drogados, agotados, asfixiados. Y como una estrella que se apaga, que se une al cementerio sideral, sigue engañando al que la percibe, presumiendo con su más potente centelleo hasta que el tiempo ejerce justicia.
Apagada, agazapada en posición fetal a espaldas de su satélite adormecido. Despertó algo mareada, incorporándose con dificultad.

[...]


[Gorecki - Lamb]

1 comentario:

àrid absurdalah dijo...

"hasta que el tiempo ejerce justícia."
m'enleve de chapeau (dícese así?)