casi puedo acariciar la superficie
del mar al que tanto temo
suave, brillante
meciéndose con el soplo
de las alas, batiendo
sobre él
casi puedo sentir tu pecho
abriéndose, en un ronquido
tan vivo, tan cálido
erizado, bajo mis labios
donde reposa mi aliento
voy a amar cada una de tus maneras
cada rincón nuevo en el que descanses
cada pliegue, en el tiempo
el que hay entre tus dedos
el de tus párpados
que al cerrarse, me encierren con ellos
y en una espiral de pupilas
e iris de colores
vivamos siempre
dando saltos quánticos
quedándonos estáticos
en nuestro gran
único momento
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