16 de junio de 2008

Crisálida.




De nuevo unidas sus mentes. 
Sus cuerpos: arqueados y resbaladizos; contraídos, solos. A cientos de kilómetros se lamentaban.
La chica se tocó los labios y sintió el frío cosquilleo. Se bebió el orgullo de un trago; sí, así, glop, glop.
Él apoyó las manos sobre el espejo, queriendo meterse dentro y recrearse en un mundo invertido.
En el cuello se le dibujaba la irritación, palpitante. 
Cerró la puerta del baño de una patada. Se dejó caer sobre el mármol helado. Arrinconado entre las piezas que componían el que ahora era su refugio, empezó a temblar.

- Ya no me inspiras ningún color.

- ¿Quieres irte?

- Antes siempre eras rojo. Me cubrías de él. Me volvía loca la furia, la histeria, el nerviosismo cromático. 

- Ya estás lejos...

- Nunca escuchas. Gris. Eres ya como el gris granulado de una fotografía.

- ¿Y tú qué eres?

- Yo... ; yo soy tierra entre los dos.

Sus cuerpos. Arqueados y resbaladizos; contraídos, solos.
A cientos de kilómetros se lamentaban.
Sus cuerpos, tan rojos.






1 comentario:

àrid absurdalah dijo...

cuando podemos vernos? tengo ganas de ello.
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