19 de junio de 2008

Imagen.




Le pesaban las calles. Las luces más que iluminar, le molestaban. 
Se le hundían los pies sobre la acera. Se balanceaba blanca, ligera, vacía; a veces, por un segundo, recordaba sueños y entonces parecía esclarecerse el espacio.
No pertenecía a ella misma si así lo deseaba. Arriesgó aflojando la presión de sus pies sobre el suelo. Le palpitaba la cabeza de vez en cuando.

- Creo que no quiero verme envejecer.

Él solía taparle los oídos cuando la veía asustada.

- Da más miedo imaginarlo, ¿verdad?


1 comentario:

Jenn Díaz dijo...

Nunca había pensado en la vejez como algo tan angustioso. Yo me lo imaginaría así sólo por que alguien me tapara los oídos cuando me viera asustada.